jueves, 13 de junio de 2013

¿Qué es el Fordismo?

El término Fordismo se refiere al modo de producción en cadena que llevó a la práctica Henry Ford; fabricante del famoso modelo T. Este sistema que se desarrolló entre fines de la década del 30 y principios de los 70, creo la cadena de montaje, maquinaria especializada y usó un número elevado de trabajadores con altos salarios.

El Fordismo apareció en el siglo XX promoviendo la especialización, la transformación del esquema industrial y la reducción de costos. Esto último, a diferencia del taylorismo, se logró no a costa del trabajador sino que a través de una estrategia de expansión del mercado. La razón que esgrimía Henry Ford en su idea es que si hay mayor volumen de unidades, debido a la revolucionaria tecnología de ensamblaje y su costo es reducido, habrá un excedente que superaría numéricamente a la élite tradicional y única consumidora de tecnologías en la modernidad.
Aparece, también, el obrero especializado con un status mayor al proletariado de la industrialización y también surge la clase media del modelo norteamericano que se transformará en la cara visible del arquetipo del estilo americano. La idea de sumar la producción en cadena a la producción de mercancías no sólo significó las transformaciones sociales antes mencionadas sino también transformaciones culturales.
Como prototipo se puede hablar de la creación de automóviles en serie, luego esto giraría al aumento de las ciudades, autopistas y bienes como televisores, lavadoras, etc.
Esto se entiende a través de la expansión interclasista del consumo que deviene en nuevos estímulos y códigos culturales mediados por el capital.

En resumen, podemos contar como elementos centrales del modelo fordista:
• Organización del trabajo diferenciado.
• Profundización del control de los tiempos productivos del obrero.
• Reducción de costos y aumento de la circulación de la mercancía.
• Políticas de acuerdo entre obreros organizados y el capitalista.


Posteriormente en los años 70 viene lo que se denominó la caída del Fordismo.
La primera y más evidente razón de la crisis apareció "del lado de la demanda". La competitividad se iguala entre EE.UU., Europa y Japón. La búsqueda de economías de escala inducía a una internacionalización de los procesos productivos y de los mercados entre países desarrollados. El crecimiento del precio de las materias primas importadas del Sur (sobre todo el petróleo) animó la competencia en las exportaciones a comienzos de los años setenta. En fin, las empresas de los países fordistas buscaron cada vez más evitar las reglas salariales subcontratando la producción en los países no fordistas, "socialistas" o "en vías de desarrollo". La regulación del crecimiento de los mercados interiores a través de la política salarial quedaba entonces comprometida por la necesidad de equilibrar el comercio exterior.
Frente a esta crisis del "lado de la demanda", la primera reacción de las élites internacionales fue claramente keynesiana. La idea principal era coordinar el mantenimiento de la demanda mundial. Sin embargo, a finales de los años setenta, aparece un límite mayor: la caída de los beneficios. Se debió a una pluralidad de causas del "lado de la oferta": disminución de la productividad, crecimiento del precio total del trabajo (incluido el salarlo directo del Estado de Bienestar), crecimiento de la relación capital/producto, crecimiento del precio relativo de las materias primas. De donde se deriva el giro hacia las políticas de la oferta... es decir, hacia las relaciones capital/trabajo.
Estos problemas del "lado de la oferta" están sujetos a dos interpretaciones. Unos consideran el crecimiento del precio relativo del trabajo como resultado del gran boom de la edad de oro (profit squeeze: Itoh (19901, Armstrong, Glyn, Harrison [19841) y este análisis se convierte en la explicación oficial a finales de los años setenta. Los beneficios eran demasiado bajos porque los trabajadores eran demasiado fuertes; era así porque las reglas del juego se mantenían demasiado "rígidas". Se pusieron en marcha políticas de flexibilidad iaboral por parte de los gobiernos del Reino Unido y después por EE.UU., y finalmente fueron seguidas por muchos países de la OCDE. El rechazo de los antiguos compromisos sociales alcanzó diferentes grados y se llevó a distintos frentes: desde las reglas de aumento salarial hasta el alcance y profundidad de la cobertura social, desde la liberalización de los procedimientos. de despido hasta la proliferación de empleos precarios.
Pero la experiencia de los años ochenta no giró en favor de las tentativas más consecuentes de la flexibilización: EE.UU., Reino Unido, Francia,... Por el contrario, estos países conocieron al mismo tiempo la desindustrialización y el incremento del déficit de su balanza comercial en bienes manufacturados. A finales de los años ochenta, los vencedores en la competición (Japón, Alemania occidental) parecen caracterizarse por otra solución a la crisis de la oferta.
Volvamos a la explicación teórica de la crisis del fordismo del "lado de la oferta". Una explicación alternativa se basa en la erosión de la eficacia de los principios taylorianos. El pleno empleo puede dar cuenta del declive del beneficio a finales de los años sesenta, pero no ha habido continuidad en esta tendencia desde entonces. Más en detalle, la eliminación de toda implicación de los trabajadores directos en la puesta en marcha de los procesos de producción parece hoy día irracional. Es un buen método para asegurar a los directivos el control directo sobre la intensidad del trabaj o (Friedman, 1977). Pero más autonomía responsable por parte de los trabajadores directos puede conducir a un principio de organización superior, sobre todo cuando se trata de poner en marcha nuevas tecnologías o métodos de gestión del circuito productivo de "flujo tenso", lo que supone la implicación de toda la inteligencia de los productores directos y su cooperación benévola con los directivos y los ingenieros. Y tal fue precisamente la vía alternativa escogida por numerosas grandes empresas de Japón, Alemania y Escandinavia. Allí, la presión de los sindicatos y otras tradiciones organizativas promovieron la elección de la solución por implicación negociada a la crisis del fordismo (Mahón [19871).
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